martes, 17 de febrero de 2009

¿Crisis? ¿Qué crisis?

A continuación reproduzco el contendio de un artículo que ha salido en el último número de la revista local Garbuix, que me ha parecido muy acertado:

"El mundo entero está en crisis, sí señor. Eso dicen, y así ya lo estamos comenzando a experimentar de forma personal en nuestra cesta de la compra, en el importe de los recibos de la hipoteca y en los gastos destinados a nuestro tiempo lúdico y otros caprichos.


Se supone que esto es un drama, y que tenemos que apresurarnos para encontrar una solución al presunto problema. Pronto tendremos que empezar a comenar más discretamente, no pdoremos cambiar el coche con tanta frecuencia, no podremos salir a cenar cada vez que queramos, y de las vacaciones, ya ni hablar. Un drama terrible, apoteósico, sobretodo si tenemos en cuenta que se ha llegado a cuestionar si el sistema capitalista occidental volverá a levantar cabeza. En definitiva, la catarsis universal.

Tenemos que encontrar una solución como sea, porque si no lo hacemos, corremos el grave peligro de caer en una eterna austeridad y, en muchos casos, en la miseria más absoluta. Podríamos llegar a ser como aquellas sociedades tercermundistas donde el acceso a los alimentos es ya un lujo.

¿Podríamos imaginar el resto de los años de nuestras vidas hurgando en la basura para encontrar el alimento que nos permitiera sobrevivir? ¿Qué pasaría si nuestros hijos no tuvieran acceso a ningún tipo de escolarización, y lo poco que aprendieran se lo tuviéramos que enseñar los adultos? ¿Y si el agua fuera un bien absolutamente escaso, al que sólo tuvieran acceso los nuevos países ricos, la China, la India...? Consideramos que esto sería un horror inmenso que hay que evitar de todas las formas posibles.

Pero también nos podríamos preguntar... si 1200 millones de personas viven con menos de un dólar al día, si 3000 millones de personas viven con menos de dos dólares al día, si uno de cada cinco niños del mundo no tienen acceso a la educación, y si, además, el 25% de las personas que trabajan en los países desarrollados son pobres, ¿por qué coño tiene que sobrevivir nuestra economía?

¿Crisis? ¿Qué crisis? ¿De qué crisis estamos hablando? ¿De las nuestra? ¿De la de los demás? ¿De la que ahora nos cae encima, a una sociedad minoritaria que siempre ha estado pendiente de mirarse el ombligo y siempre ha dado la espalda a aquellos que necesitaban apoyo? Siempre he pensado que nuestra sociedad egoísta poseía un cierto privilegio innato a la hora de disponer los bienes y los recursos de la humanidad.

¿Ahora creemos que una crisis del sistema capitalista occidental va a ser el fin de todo? Si pensáramos de una forma global, podríamos imaginar la posibilidad de que una bajada de nuestro sistema económico representara una nueva distribución de la riqueza mundial, quizás más injusta, quizás más justa.

Ya está bien de lamentarse de las desgracias que nos pueden venir a una sociedad inmerecidamente privilegiada -porque los privilegios que tenemos son, en todo caso, fruto de los esfuerzos de generaciones anteriores-, cuando nunca hemos sabido ser conscientes de las necesidades de las sociedades más desfavorecidas. Quizás ahora nos tocará, en Occidente, conocer de cerca la miseria que otros países han sufrido durante siglos. Quizás ahora pasaremos a formar parte de los países pobres, mientras algunos de los que lo eran están subiendo como la escuma en la escala de la economía mundial. Y en realidad, a nivel global, en una visión mundial de la humanidad, no pasaría nada, absolutamente nada."

Garbuix, número 78

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