sábado, 28 de febrero de 2009

Las falacias

Las falacias son afirmaciones que no utilizan un razonamiento correcto, que se basan en argumentos no válidos. Puede, sin embargo, que las conclusiones no sean erróneas; pero lo que clasifica una afirmación como falacia es el método equivocada de razonar. Lo curioso de todo esto es que utilizamos las falacias a diario, y con ellas damos muchos hechos por ciertos. Ahí vienen las más importantes:

1. Falacia ad hominem (contra el hombre). Se niega la opinión de alguien utilizando otros defectos o ideas contrarias a las nuestras de esa persona.
Ejemplo: Como se ha descubierto un caso de corrupción por parte de este político, no estoy de acuerdo con sus ideales.

2. Falacia ad baculum (al bastón). Es una amenaza no relacionada directamente con la causa de la misma.
Ejemplo: Si no apruebas el examen, no podrás salir.

3. Falacia ad populum (al pueblo). Generalmente va dirigida a una gran masa de población, y se trata de convencerla de lo que quiere oír. Se promete un premio no relacionado directamente con la causa. Es todo lo contrario de la falacia ad baculum.
Ejemplo: Si queréis menos impuestos, más libertad, más seguridad y salarios más altos, votadme.

4. Falacia ad verecundiam (de apelación a la autoridad). Se dan por ciertas las palabras de una persona, sólo porque ésta nos parece inteligente o más digna de confianza. Es todo lo contrario de la falacia ad hominem.
Ejemplo:
Esta película es muy buena porque lo dice un crítico reconocido.

5. Falacia ad ignorantiam. Consiste en concluir que algo es falso/cierto sólo porque no se puede demostrar que sea cierto/falso.
Ejemplo:
El acusado es culpable, porque no se ha podido demostrar su inocencia.

6. Falacia tu quoque (tú también). Se utiliza para quitarse una culpa de encima, culpando al acusador del mismo delito.
Ejemplo:
No me llames ladrón, porque tú también lo eres.

7. Falacia ex populo. Se da por cierta una opinión o un hecho alegando que la mayoría lo hace o está de acuerdo con ello.
Ejemplo: Este programa es muy interesante porque todo el mundo lo ve.

8. Falacia de las preguntas complejas. Se hace una pregunta con la intención de que la persona que va a responder dé la razón, diga lo que diga, al primer interlocutor.
Ejemplo:
¿Se te ha comido la lengua el gato?

9. Falacia del argumento circular. Para argumentar algo, se utilizan los mismos argumentos de la conclusión, de forma redundante, y sin llegar a ninguna conclusión aceptable.
Ejemplo: Hitler odiaba a los judíos porque era racista.

10. Falacia de la falsa causa. Por una coincidencia entre dos fenómenos, se establece entre ellos una relación de causa-efecto.
Ejemplo: Como aquel día que llevaba mi amuleto aprobé el examen, volveré a aprobar el siguiente cuando lo vuelva a llevar.

Todo este rollo, que yo he sacado de mi libro de filosofía, parece un tostón, muchas palabras y poco contenido. Pero, si se lee atentamente, uno se da cuenta de que realmente estos argumentos son inválidos. Y lo peor de todo es que los usamos a diario, y con demasiada frecuencia.
Por lo tanto, cuando intentemos demostrar unas teorías o convencer a alguien de nuestra opinión, aportemos argumentos válidos y no nos basemos en falacias, como hacen otros.

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