martes, 10 de marzo de 2009

Escenas románticas literarias I

“Había un vehículo oficial aparcado en la esquina siguiente. Un SS estaba inclinado con las piernas cruzadas, preparándose un cigarrillo.
―Parece que la chica ha aspirado el gas de la risa ―comentó con una sonrisa.
El hombre joven no lo entendió.
Pardon, monsieur?
El soldado escupió algunos restos de tabaco.
―Es bonita, pero no me gusta ―dijo mientras la pareja desaparecía por una curva. Poco a poco, la risa fue disminuyendo.
Me puse a caminar más rápido.
―¿Nos están siguiendo? ―preguntó Chantal, girándose.
Yo la agarré por la cadera.
―¿Por dónde vamos?
―Hacia delante.
―Pero por allí volvemos a rue Jacob.
―Confía en mí.
Llegamos a rue de Seine. Un automóvil negro nos seguía, moviéndose lentamente, vigilándonos. Reconocí el coche del equipo de Leibold cuando ya era demasiado tarde. Chantal sintió que dudaba. Dentro del vehículo había dos siluetas, y ambas llevaban gorras con visera.
Apreté a Chantal contra mí, la giré de forma que estuviera de espaldas a la calle y la besé en la boca. Mis manos se colocaron sobre sus hombros, y luego bajaron por su espalda. Le toqué el trasero y la apreté todavía más. Mira, pensé. ¡Mira detrás de ti! Chantal hizo un sonido silbante.
El coche estaba prácticamente delante de nosotros, moviéndose aún más despacio. Ladeé un poco la cabeza y vi la cara de Leibold en el espajo exterior. Yo estaba presionando con mi boca los labios de Chantal, y mis ojos se encontraron con los del capitán. Pero no vi ningún signo de reconocimiento en su mirada. Sólo se quedó observando la escena. Un hombre joven besando a una chica francesa. Sus ojos se quedaron en los míso durante lo que a mí me pareció una eternidad. Luego se fueron. El coche fue por rue de Seine y desapareció finalmente detrás de un camión de verduras.
La calle estaba llena de gente, mirándonos en la sombra y hablando rápido. Otros se iban. Había besado a Chantal. Nos habíamos besado. Desde la distancia, oí una sirena, el sonido de pasos que se acercaban, palabras en alemán en la siguiente esquina. El ruido habitual volvía a aquel paseo.”
WALLNER, Michael: April in Paris (2006)

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