martes, 10 de marzo de 2009

Escenas románticas literarias II


"Tirante empezó a pasear por los pasillos del palacio, tratando de mostrar en su semblante y en sus gestos una profunda tristeza. En eso pasaba la Princesa, y viéndolo tan pensativo no puedo evitar decirle:
―Caballero, tengo compasión de vos al veros tan triste; os ruego, decidme cuál es vuestro mal.
―Señora, en pocas palabras os lo podría decir, pero pronto llegaría a oídos de vuestro padre, y eso sería la causa de mi muerte.
―¿Pensais, Tirante, que no soy capaz de guardaros un secreto? No temáis al contarme vuestras penas; yo las tendré encerradas dentro de mí, y ni a mi padre ni a nadie del mundo se lo voy a decir.
―Señora, ya que tanto queréis saberlo, no os puedo decir sino que estoy enamorado.
―Decidme quién es la señora que tanto os hace sufrir, que si os puedo ayudar en algo, de buena voluntad lo haré.
Tirante puso la mano en la manga y sacó el espejo.
―Señora, la imagen que veréis me puede dar muerte o vida.
La Princesa tomó el espejo. Con paso acelerado se dirigó a su cuarto, pensando que encontraría a una mujer pintada, y sólo vio su propia cara. Entonces, comprendiéndolo todo, quedó admirada."
MARTORELL, Jonanot: Tirant lo Blanc (Adaptación de Joan Sales)

No hay comentarios:

Publicar un comentario