miércoles, 11 de marzo de 2009

Escenas románticas literarias V

" Juan se ha alejado con firme paso, y Segundo lo observa curioso, viéndolo detenerse un instante frente a la cerrada puerta de la cabina. Ahí está ella, tras aquella débil barrera de tablas, indefensa, suya, puesta en sus manos por las leyes y la sociedad, dócil y blanda en aquella vida nueva y extraña. Piensa Juan que acaso Mónica de Molnar no le rechace ahora, piensa que acaso en ella también todo ha cambiado... Pero es sólo un chispazo de luz entre las sombras, y muy despacio vuelve la vista para quedarse mirando a aquellas estrellas que se reflejan en el agua, tan altas, tan puras, tan lejanas como aquélla con quien sin querer las compara, y musita:
-¡No...! ¡No es mía... no lo será jamás...!
-Soy suya... suya para siempre...
Estremecida, temblorosa, exaltada, Mónica ha dejado esca­par estas palabras que ante su propia conciencia desnudan la verdad de su alma. Durante largo rato ha mirado también aquella débil puerta, con el temor y el ansia de que se abra, con la esperanza inconfesable de que tras ella aguarde Juan... En ella chocan los pensamientos; contra ella van a estrellarse, tras la búsqueda inútil de sus almas perdidas. Bastarían unos pasos, una palabra, un desnudarse el corazón sin rubor... Pero ningu­no de los dos da aquellos pasos, ninguno de ellos pronuncia aquella palabra, y, como Juan, ella ha vuelto la espalda, ha apo­yado la frente atormentada en el redondo cerco de las estrechas ventanillas marineras, ha mirado el temblor de las estrellas sobre el mar... Si él la mirase de otro modo, si llegase hasta ella tierno o apasionado, si pudiera pronunciar en su oído aquel nombre que inútilmente repiten sus labios:
-Juan... Juan... ¡Si tú me amaras...!"
BRAVO ADAMS, Caridad: Mónica (segundo volumen de la trilogía Corazón Salvaje, 1956)

No hay comentarios:

Publicar un comentario