miércoles, 11 de marzo de 2009

Escenas románticas literarias VIII

“MARTA (cogiéndolo por el brazo izquierdo): ¡Sí, sí, te engaño! ¡Aún te engaño! ¡Ahora vendrá el otro! (Se pone a reír sarcásticamente.)
MANELIC (alzando el cuchillo): ¡Te mataré!
MARTA (riendo y llorando): ¡Mátame! ¡Mátame! ¡A que no me matas!
MANELIC: ¿Qué iba a hacer yo? ¡No puedo, no!
MARTA (cogiéndolo al ver que se aparta): ¡Cobarde! ¡Que ya se ve que te has vendido por dinero! (Coge a MANELIC para que la hiera.)
MANELIC: ¡Pues ahí tienes! ¡Maldita! (La hiere en un brazo.)
MARTA: ¡Ah! (Satisfecha.) ¡Por fin!
MANELIC (tirando el cuchillo con espanto): ¡Oh, Dios mío! ¿Qué he hecho?
MARTA: ¡Es sangre! ¡Sangre mía! ¡Y tú has sido…! (Sosteniéndose en la mesa.) ¡Oh, qué bien! ¡Me río! ¡Mira cómo me río! ¡Me río de alegría!
MANELIC: ¡Maldito yo! ¡Maldito yo cien veces, que soy como las bestas salvajes! (Se queda sentado en una silla y se coge la cabeza con las dos manos.)
MARTA (corriendo hacia él, cayendo de rodillas y abrazándose a él): ¡No, no! ¡Si te digo que estoy contenta! ¡Yo quiero que acabes conmigo! ¡Que yo quiero que me mates! ¡Ven! Aquí… ¡en el pecho!
MANELIC (apartándose con terror): ¡No! ¡No! ¡Déjame!
MARTA (llorando sin dejarlo apartar): ¡Es que yo no puedo vivir de esta manera! (Se va apoderando del corazón de MANELIC.) ¡Que he sido contigo la peor mujer del mundo; y eso no lo puedo cambiar! ¡Y el apsado de mi vida tampoco, que no hay fuerzas que lo cambien! (Con desesperación.) Ven, ven; que como quería vivir no tenía coraje suficiente para contarte lo que yo he hecho y he consentido, y ahora, que me vas a matar, te lo voy a decir todo, ¡ahora!
MANELIC (que ha querido interrumpirla): ¡Sí! Dímelo. Dímelo.
MARTA (sollozando con rabia): ¡Me han tratado como una piedra en el camino, que se aparta con un pie para que no estorbe! ¡Mátame! ¡Mátame!
MANELIC (sujetándola, llorando) ¡Marta! ¡Ay, Marta! ¡Si no te puedo matar, yo, porque te amo! ¡Marta! ¡Te amo! ¡Te amaba desde allí arriba, cuando subiste tú, que yo era un pedazo de nieve que se fundió mirándote! Y te he amado todavía más al venir a verte, pobre de mí, bajando a saltos, como el agua de las cimas a juntarse con el agua de mar, ¡que dicen que es amarga! Que sea amarga; que lo sea; ella atrae como tú me atraes a mí; ¡porque te deseo y te amo, Marta! (Ella se quiere desprender de él con energía.) Y ahora todavía más, todavía más… porque… ¡porque yo no sé por qué, ni me improta saberlo! Porque me has engañado, tal vez; porque he sentido el calor de tu sangre; ¡porque te he respirado a toda tú todo yo! Y mira, por mí no hay leyes de aquí abajo ni nada que me detenga, que el viento y los rayos me han hecho libre, y quiero yo, porque lo quiero, besarte y morderte hasta el alma, y estrecharte en mis brazos ahogándote en ellos, confundiendo en un afán rabioso la muerte y la vida, como hombre y como fiera, que lo soy y lo quiero ser siempre, hombre y fiera, todo junto, todo, contigo y contra ti, y contra todo el mundo, contra toda la tierra. (La tiene en us brazos medio desmayada. Mira hacia la cortina y se la lleva rápido hacia el otro lado en sus brazos.) ¡Y ahora que vengan a quitármela! ¡Ira de Dios! ¡Que vengan!
MARTA: Dios mío.
MANELIC: Marta: ¡eres mía! (Levantándola en brazos y yendo a besarla.)
MARTA: ¡No! ¡No! (No consintiéndolo y huyendo de él.)
MANELIC: ¡Marta!
MARTA (resuelta): ¡No! ¡Perdonarme así, no! Tú me eprdonas porque no lo sabes todo aún. Pues lo vas a saber en ese momento, y por mí misma. ¡Y luego que sea lo que Dios quiera!
MANELIC: A saberlo, sí, pero no aquí abajo, Marta, que el cielo se ha ennegrecido con la peste de tantas miserias, y Dios no te vería la cara cuando hablaras.
MARTA: Pues allí arriba; ¡y ahora mismo!
MANELIC: Sí, vamos, sí, que allí se perdona todo; que no es como aquí abajo, donde todo se corrumpe. Qué asco. (Llevándosela.) Que allí arriba, Marta, incluso los cuerpos de la nieve se conservan; ¡qué harán si no las almas!
MARTA: ¡Oh, vayamos, vayamos deprisa! (Van a salir.)”
GUIMERÀ, Àngel: Terra baixa (1897)

No hay comentarios:

Publicar un comentario