martes, 17 de marzo de 2009

Los tres cerditos y el lobo Crisis

Artículo escrito por Nuria Albet Torres en el periódico estudiantil Podem!:

Marieta: Júlia, ¿me cuentas un cuento?
Júlia: Sí, por supuesto. Marc, ¿tú también lo quieres oír?
Marc: Sí, ¡con mucho gusto!
Júlia: Pues, érase una vez, había tres cerditos que vivían cada uno en una casita diferente. El primer cerdito, el más pequeño, vivía en un piso de alquiler y estaba muy feliz, hasta que un día, el lobo Crisis, con su amigo Especulación, lo fueron a visitar y le dijeron que a partir de entonces le subían el alquiler al doble. El pobre cerdito no podía pagar tanto dinero, porque tenía un trabajo temporal y muy mal pagado, y tuvo que marcharse corriendo a la casa del hermano mediano.
El hermano mediano vivía en una casa que se había comprado hacía dos años. Para comprarla, había pedido una hipoteca a 40 años y cada mes pagaba la mitad de su sueldo al banco… ¡¡¡sólo en intereses!!! El lobo Crisis, que había perseguido al cerdito pequeño, junto con sus amigos Paro y Banco, fueron a ver al cerdito mediano. Le comunicaron que se había quedado sin trabajo y que el Banco se quedaría con su casa. Otra vez, el hermano pequeño, acompañado por el mediano, se fueron corriendo y se dirigieron desesperados hacia la casa de su hermano mayor.
El hermano mayor hacía tiempo que se había juntado con otro grupo de cerditos, y habían desarrollado una muy buena idea. ¡Vivían en una cooperativa de vivienda de cesión de uso!
Marieta: ¿¿¿Una qué???
Júlia: Ahora os lo explico… Todos los cerditos eran miembros y a la vez propietarios de la cooperativa. Cada cerdito tenía derecho a un voto y el funcionamiento era totalmente democrático. Los cerditos no eran propietarios directos del edificio donde vivían, sino que tenían un derecho de uso indefinido de su piso, y el propietario era la cooperativa de la que formaban parte. Cada mes pagaban un alquiler blando, para cubrir todos los gastos del edificio (incluyendo agua, calefacción, mantenimiento, basura, etc.), siendo todos los movimientos dentro de la cooperativa totalmente transparentes.
¡Qué buena idea habían tenido! El derecho de uso indefinido implica poder vivir allí toda la vida, y hasta poderlo pasar en herencia, e incluso también alquilarlo a otro por un breve período de tiempo, o más largo si son causas justificadas.
Del alquiler blando de cada mes, una parte va para el mantenimiento, tanto del edificio como del piso. Se va haciendo bolsillo y cuando hay suficiente se puede utilizar, por ejemplo, para arreglar el parquet, el baño o comprar una nevera nueva. Los cambios que afectan al edificio se deciden de forma democrática; para los que afectan al piso, el miembro que lo ocupa es libre de decidir.
En el edificio también hay zonas comunes. Por ejemplo, una lavandería con lavadoras y secadoras que todo el mundo puede utilizar, una casita con mil y un contenedores para diferentes tipos de reciclaje, trasteros, locales para hacer fiestas o reuniones, etc. Cada cooperativa decide lo que le va mejor. El cerdito pequeño y el mediano quedaron entusiasmados con la vivienda del hermano mayor, y allí estuvieron muy bien acogidos. El lobo Crisis también fue a buscarlos, pero, esta vez, por mucho que sopló y sopló, y por muchos amigos que llevó, no consiguió nunca echarlos, y los tres cerditos, en la cooperativa, vivieron felices y comieron perdices.
Marieta: ¡¡¡Me ha gustado mucho el cuento!!! ¡¡¡Qué guay!!!
Marc: Sí… Mmmm… Qué cuento más bonito… Lástima que no sea verdad…
Júlia: ¡Eh! ¿Quién lo ha dicho, que no sea verdad?
Marc: ¡Joder, no hay que ser muy inteligente para verlo! A todos nos toca pagar nuestro salario completo para el alquiler, o para una hipoteca de 30 años por lo menos… No ver eso es ser un iluso que vive en las nubes. Va, no quieras tomarme el pelo.
Júlia: Pues mira, Marc, quizás que nos planteemos qué significa eso de “nos toca”. Se ve que sí que hay lugares donde esto no es así, simplemente porque buscaron alternativas a lo que tocaba y ahora viven en una calidad de vida más alta.
Marc: ¿Ah, sí? ¿Y dónde están esos lugares que tú dices? Jejeje… Venga, ya te he dicho que no me tomaras el pelo. ¿Son, quizás, las casas de los jardines de los personajes de esos cuentos?
Júlia: Pues no, son totalmente reales y las hay en Europa. En Suecia, por ejemplo, la mayoría de pisos funcionan con este sistema de “bodsträtt”, o modelo cooperativo de vivienda de cesión de uso.
Marc: ¡Uau! ¡Nunca había oído hablar de eso! Y eso… ¿sería posible en Cataluña?
Júlia: ¡Pues claro que sí! ¡Sólo hace falta que nos pongamos manos a la obra! De hecho, tengo unos amigos que empezaron una cooperativa. La llaman Sostre Cívic y seguro que estarán muy contentos si nos juntamos.
Marc: Entonces, ¿qué hacemos aquí perdiendo el tiempo? ¡¡¡Vamos a verlos ahora mismo!!! ¡¡¡Sí!!!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario