miércoles, 13 de mayo de 2009

Sergi? No, Sergio

Artículo escrito por Pau Vidal, en el periódico independiente Hiperbòlic, abril de 2009:

“Las maravillosas encuestas con las que periódicamente el Departamento de Política Lingüística de la Generalitat trata de elevarnos la moral dicen que el porcentaje de catalanes que entienden la lengua se acerca cada vez más al cien por cien, y el de los que declaran saberla hablar, entre el 80 y el 90 por cien. Ya hace tiempo que sabemos que estas encuestas son un timo, y últimamente hemos empezado a descubrir que otra gran estafa es la inmersión en las escuelas. Albert Sánchez Piñol lo decía no hace mucho, y algún valeroso profesor de secundaria lo confirmaba en otro artículo: en muchos institutos de secundaria los profesores no cumplen las disposiciones de la Ley de Normalización y dan las clases en castellano sencillamente “para que no les rompan las piernas”, revelaba con crudeza aquel profesor.

(…)

Que las encuestas mienten y la ley no se cumple lo acaba de demostrar ahora con una sangrienta evidencia el nuevo ídolo que están fabricando en el Barça, el hijo de Busquets portero. Este chaval tiene veinte años, o sea que nació en el año 1988, cinco años después de la Ley de Normalización Lingüística. Con la enseñanza (presuntamente) en catalán, con los medios de comunicación orales y escritos en pleno funcionamiento y con una población (teóricamente) capaz de expresarse en catalán, este chico no ha sido capaz de aprender la lengua. ¿Cómo lo ha hecho? ¿Dónde se ha escondido? ¿En qué país ha vivido exiliado? No, nada de eso; Busquets hijo ha hecho exactamente lo mismo que centenares de miles de jóvenes de la generación Estopa, es decir, pasar del catalán, porque no lo necesitan para nada. Ni se lo exigen en el trabajo, ni les sirve para comunicarse con su entorno, ni se lo reclaman en los medios cuando concede entrevistas para el consumo de los telespectadores que pagan el sueldo que él cobra. No hace falta decir que todo esto no lo excusa: hay que tener muy poca dignidad y muy poca ambición intelectual para renunciar a aprender la lengua del país en el que has nacido. Pero tampoco nos excusa a nosotros (que no le exigimos los mínimos exigibles) ni a nuestro gobierno (que se dejaría cocer a fuego lento antes de reconocer el estrepitoso fracaso de la política lingüística).”

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