domingo, 23 de agosto de 2009

El machismo en la literatura IV

“Teddy trabajaba duro y Hannah hizo un esfuerzo para complacerlo. Asistía a las fiestas y charlaba con las esposas de los hombres de negocios y las madres de los políticos. Entre los hombres el tema de conversación era siempre el mismo: el dinero, los negocios, la amenaza de las clases bajas. Simion, como todos los hombres de su tipo, sospechaba especialmente de aquellos a quienes él llamaba “bohemios”. Teddy, a pesar de sus mejores intenciones, se acercaba cada vez más a sus ideas.

A Hannah le habría gustado hablar de política de verdad con los hombres. A veces, cuando Teddy y ella se habían retirado por la noche a sus habitaciones contiguas, mientras yo la peinaba, Hannah le preguntaba qué se había hablado sobre la declaración de la ley marcial en Irlanda. Teddy la miraba con una sonrisa cansada y le decía que no preocupara su linda cabeza con esas cosas, para las que ya estaba él.

―Pero quiero aprender ―decía Hannah―. Me interesa.

Teddy negaba con la cabeza.

―La política es un juego de hombres.

―Déjame jugar ―replicaba Hannah.

―Ya estás jugando ―respondía él―. Somos un equipo, tú y yo. Tu trabajo es tratar a las esposas.

―Pero es aburrido. Son aburridas. Yo quiero hablar de cosas importantes. No entiendo por qué no puedo.

―Oh, querida ―decía, simplemente, Teddy―. Porque éstas son las reglas. Yo no me las inventé, pero tengo que respetarlas.”


MORTON, Kate: La casa de Riverton (2007)